En el competitivo mundo del desarrollo inmobiliario, hay tres factores que pueden hacer o deshacer un proyecto antes incluso de que comience la obra: el cronograma, el presupuesto y los permisos. Aunque suenen básicos, una mala gestión de cualquiera de estos elementos puede generar sobrecostos, retrasos críticos o incluso la cancelación total del proyecto.

Expertos en gestión inmobiliaria coinciden en que el cronograma debe ser realista y flexible, contemplando posibles imprevistos como demoras administrativas, condiciones climáticas o falta de materiales. Por su parte, el presupuesto debe incluir márgenes de contingencia y estar actualizado constantemente según el avance de la obra y la inflación del sector. Finalmente, los permisos, licencias y regulaciones urbanas deben estar gestionados desde el día uno, ya que cualquier fallo en esta área puede paralizar meses de trabajo.

En resumen, si un desarrollo inmobiliario fuera un avión, el cronograma sería su plan de vuelo, el presupuesto su combustible y los permisos, la pista de despegue. Si uno falla, todo el proyecto puede quedar en tierra